El Olentzero, el otro ‘Rey Mago’ del País Vasco

 

La Navidad es una de las celebraciones más importantes, junto a la Semana Santa en la cultura Cristiana. Pero el origen de esta celebración es puramente pagano, y proviene de la celebración del solsticio de diciembre, que celebraba el regreso del Sol en las culturas romana y celta. La simbología pagana del solsticio de invierno, significaba que los días empezaban a alargarse y esto se asociaba a un triunfo del Sol sobre las tinieblas y  se celebraba encendiendo fuegos. Para mitigar dicho componente pagano la Iglesia Católica decidió determinar en una fecha muy cercana, el 25 diciembre, la Natividad de Jesucristo, dándole el mismo carácter simbólico de renacer de la esperanza y la luz en el mundo.

El solsticio de invierno corresponde al instante en que la posición del Sol en el cielo se encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador celeste. Dependiendo de la correspondencia con el calendario, el evento del solsticio de invierno tiene lugar entre el 20 y el 23 de diciembre todos los años en el hemisferio norte, y entre el 20 y el 23 de junio en el hemisferio sur. Algunas celebraciones populares en el País Vasco, Euskadi, al norte de España, relacionadas con el solsticio de invierno como puede ser la festividad de Santa Lucía se celebra el 13 de diciembre, con lo que la diferencia de fechas con dicho solsticio no cuadra ni mucho menos con los cálculos del tiempo que tenemos en la actualidad gracias a las nuevas tecnologías.

Es curioso pero dicha diferencia entre la festividad de Santa Lucia y la fecha exacta del solsticio tiene una explicación lógica y tiene relación con los calendarios. Y es que Julio Cesar en su tiempo determinó que el año solar tenía una duración de 365,25 días, y para poderlo ajustar a un número de días entero cada año, agregó un día más cada cuatro años, lo cual se le denominó como “bi-sexto”, de ahí que lo conozcamos como “bisiesto”. Dicho calendario se denominó como calendario Juliano, el cual tenía un pequeño error de cálculo, ya que el año tiene exactamente 365,24232 días, once minutos menos que lo que determino Julio Cesar.

Esta pequeña diferencia de once minutos, aunque aparentemente pequeña, generaba ya para el siglo XVI una diferencia de once días. La iglesia católica con la intención de corregir el corrimiento de la fecha de Pascua (determinada por la primera luna llena tras el equinoccio de primavera) hizo que el Papa Gregorio corrigiera el error. Y para ello determinó un nuevo cómputo que suprime un año bisiesto cada cuatro siglos (así se eliminaba las 8 milésimas de año sobrantes).

Además para corregir los once días de desfase que se acumulaba hasta la fecha, se decidió suprimirlos del calendario entre el cuatro y el catorce de octubre de 1582. La distancia entre la festividad de Santa Lucía y el verdadero solsticio nos permite acotar el tiempo en que, en efecto, el 13 de diciembre fue para los cristianos el día más corto del año durante los siglos XI y XII.

 

Un carbonero gordito, bonachón, borrachillo, viene a todos los hogares dejando regalos o carbón a los infantes buenos o malos

 

De unos años hasta ahora en la época de navidad ha aparecido en nuestras casas del País Vasco, un personaje que en muy poco tiempo se ha convertido en imprescindible. Se trata del ‘Olentzero’ o ‘Olentzaro’ en función de la zona geográfica en la que nos encontremos. Este personaje, se localiza en el País Vasco y en algunas zonas de Navarra.

El ‘Olentzero’, en estos momentos es el personaje navideño preferido sobre todo por los más pequeños, ya que es el encargado de traer los regalos en sustitución de Santa Claus (Papa Noel) u otros personajes. El origen del ‘Olentzero’ en el país vasco, está ligado de alguna forma a la tradición que existía por toda Europa, con el rito del solsticial tronco ardiente en el hogar. En los países nórdicos se le conoce como ‘Yule Log’, en zonas de los Pirineos ‘Tronco de Navidad’ y en la zona del País Vasco como ‘Subilero’, ‘Sukilero’ u ‘Olentzero-enbor’.

En el País Vasco, con la ayuda de caballerías se arrastraba un gran tronco, hasta el fuego bajo de los caseríos y era tradición que permaneciera encendido desde la nochebuena hasta la nochevieja, e incluso hasta el día de Reyes. Por la noche se cubría con ceniza para prolongar la combustión del tronco y sobre ellas se colocaban en forma de cruz los hierros del fogón. Había la creencia en algunos pueblos que si se dejaba apagar el tronco, podía ser presagio de la muerte de algún familiar en el año entrante.

Era tradición también guardar algún pedazo de las cenizas del tronco quemado, para aprovechar las propiedades purificadoras con los recién nacidos y los animales. Pero el cambio en las estructuras de caseríos y la desaparición de los fuegos bajos y sustitución por otro tipo de cocinas, alteró en parte esta tradición del gran tronco y dio paso a otros troncos de menores tamaños y más manejables. En relación a una tradición similar de los países nórdicos denominada ‘Yule Log’, consistía en decorar un árbol de hoja perenne con velas encendidas y que ha derivado en lo que ahora conocemos como “Arbol de Navidad”.

Volviendo al Olentzero, siempre se le ha representado como un hombre gordito, que trabaja de carbonero, aspecto bonachón, un poco borrachillo y que en la noche de Nochebuena viene a todos los hogares dejando regalos a los que se han portado bien y carbón a los que se han portado mal.

Pero el Olentzero es también una época del año, ya que se denominaba “Onenzaro” en el siglo XVII a la Nochebuena en zonas del País Vasco. Esta palabra significa “sazón de los buenos”. Lo que parece indudable es que ‘Olentzero’ es una época de las navidades, aunque en algunos pueblos han terminado representándolo como figura de hombre o personaje grotesco que hace su aparición en la Nochebuena. Algunos dicen que tiene los ojos rojos de sangre, otros que tiene la cara negra tiznada de carbón, otros que tiene tantos ojos como días del año, otros dicen que es un comilón, que en nochebuena se mete por las chimeneas por lo que hay que limpiar previamente el conducto, que cuando nos vamos a la cama después de la cena de Nochebuena se mete en la cocina y se calienta con el “Olentzero-embor” (Tronco de Olentzero) que arde esa noche, que aparece cargado de un haz de árgoma y con una hoz en la mano y en otros lugares que es un carbonero que vive con su mujer. En otros lugares se le representa con un maniquí hecho de paja y trapos y colocado en andas, al cual lo llevan por las casas para hacer la cuestación de nochebuena; de día los niños y por la noche los mayores.

 

Existen infinidad de coplas o canciones sobre este personaje con pipa, una deidad, de quien se ríen los vecinos por una humana necesidad

 

Con todo esto, en nuestra época se representa el “Onenzaro” o día Nochebuena presentándolo como un personaje humano, el cual es transformado en un carbonero, con las mejillas manchadas de negro por el carbón, con los ojos con cierta chispa por su afición al vino y que se encarga de traer los regalos colándose en nuestras casas en la noche de Nochebuena, después de que terminemos nuestras grandes cenas, para celebrar el nacimiento del niño Jesús. También es acompañado de una pipa de la que fuma constantemente y lleva en sus manos un haz de árgoma y una hoz.

Alrededor del Olentzero existen infinidad de coplas o canciones relacionadas con este personaje o época del año. Las coplas relacionadas con él, discrepan sobre la inteligencia de Olentzero, ya que en unas se dice en euskera  “Entedimentuz jantzia” (dotado de inteligencia), aunque para otros es algo lelo y en alguna copla se canta “Entendimentuz gabia” (falto de entendimiento).

Las contradicciones van más allá. De un lado es un ser misterioso, terrible e inteligente y, de otro, se muestra simple, glotón y bebedor. Este doble carácter, común a muchas deidades, puede explicarse por la humana necesidad de reírse tanto de los todopoderosos dioses, como de los genios maléficos. En el caso de Olentzero, el predominio del carácter secundario sobre el primario pudo ser promovido por la Iglesia en su tarea de ridiculizar los mitos paganos. El proceso de cristianización de Olentzero puede observarse en la evolución de las coplas tradicionales donde, por ejemplo, la amenaza de cortar el cuello a quien no mantenga la debida limpieza de las chimeneas se desvió hacia aquellos que quebranten la regla del ayuno.

 

Papel de anunciador de la llegada de Jesús, ocupación añadida a la de carbonero cuando los vascos se convirtieron al cristianismo…

 

Pero para todos los del País Vasco hay una canción que se canta en navidad por niños y mayores, que habla de todo lo que representa el Olentzero. La canción dice en euskera: “Olentzero joan zaigu mendira lanera intentzioarekin ikatz egitera. Aditu duenean Jesus jaio dela lasterka etorri da berri ona ematera. Horra! Horra! Gure Olentzero! Pipa hortzetan duela eserita dago kapoiak ere baditu arraultzatxoekin bihar meriendatzeko botila ardoakin. Olentzero buru handia entendimentuz jantzia bart arratsian edan omen du bost arruako sagia ai urde tripa haundia, la,lara, lara ai urde tripa haundia, la,lara,lara,laralara…”.

En español es: “Olentzero se ha ido al monte a trabajar con la intención de hacer carbón. Cuando ha oído que ha nacido Jesús ha venido corriendo a dar la buena noticia.  ¡Míralo! ¡Míralo! ¡Nuestro Olentzero! Está sentado con la pipa entre los dientes también tiene gallos capón con huevecitos para merendar mañana con una botella de vino. Olentzero cabezón tan sabio ayer por la tarde se bebió un montón de litros de vino. ¡Ay menudo tripón! la,lara,lara ¡Ay menudo tripón! lara, larala, laralala…”.

Con estas coplas o canciones se le ha dado el papel de anunciador de la llegada de Jesús, ocupación añadida a la de carbonero cuando los vascos se convirtieron al cristianismo… En un principio la actividades de cantar las canciones de Olentzaro, hacer cuestaciones, pasearle por las calles, … fueron fiestas más bien para el público juvenil y no tanto para el infantil. En el País Vasco era la fiesta de San Nicolás o ‘Samikolas’ la que estaba reservada para los más pequeños, y en la que el 6 de diciembre, fecha de la festividad era tradición hacer regalos a los más pequeños.

 

La iglesia vasca recuperó esta tradición reprimida por el franquismo, saltándose las prohibiciones el pueblo de Lesaka, Navarra

 

En la época del régimen franquista hubo muchas represiones a las expresiones populares vascas y castigo a sus organizadores. Tan sólo en algunos pueblos y al amparo de la Iglesia se mantuvieron viejas celebraciones, como la de Olentzero en Lesaka (Navarra). Poco a poco, en todos los territorios del País Vasco, organizaciones juveniles vinculadas a centros parroquiales y otras instituciones religiosas iniciaron la revitalización de las agonizantes tradiciones folclóricas. Fueron los jóvenes de Acción Católica dirigidos por el Padre Arizmendiarrieta quienes recuperaron en Arrasate la tradición de Olentzero después de la guerra; en Pamplona, años más tarde, fue la Juventud de San Antonio  y en 1968 el colectivo Batzalde organizaba en Deusto el primer Olentzero de vizcaya. Por su parte, las pequeñas localidades originarias de la tradición lucharon por mantenerla y mostraron nervio suficiente para su divulgación, como es la experiencia de Lesaka que instituyó en 1945 un concurso de Olentzeros. De la vitalidad de los lesakarras son deudores buena parte de los Olentzeros en Navarra.

En Pamplona, la Juventud de San Antonio había dispuesto todo para recibir a Olentzero en la nochebuena de 1956 pero las trabas administrativas le retuvieron hasta el año siguiente. El enfoque religioso del acto, con inclusión de la recreación del misterio de Belén, protegía a la sospechosa figura. En la década de los sesenta la fiesta se extiende por todo el país, si bien en muchas ocasiones organizada desde la clandestinidad y con muchos obstáculos.

El modelo festivo basado en el recorrido de un artesanal monigote a hombros de sus porteadores se enriqueció con coros, txistularis, dantzaris, trikitrilaris, txalapartaris, villancicos y diversos elementos extraídos de la cultura campesina desde las indumentarias hasta los animales de caserío. En la década de los años setenta del siglo XX se sumaron a los cortejos de Olentzero expresiones de naturaleza política y reivindicativa que fueron el pretexto para la represión policial. Todavía a comienzos del siglo XXI persisten las trabas políticas y administrativas a los organizadores de la fiesta en algunas ciudades y barrios.

Con el aire de un espectáculo folclórico de calle, cada 24 de diciembre, Olentzero aviva el recuerdo, ya difuso, de unos ritos paganos que estuvieron vigentes hasta el siglo VIII y evoca la vida rural que nuestros mayores tuvieron que abandonar para venir a la ciudad. El seguimiento de las tradiciones del Olentzero en el País Vasco y en Navarra ha sido muy diferentes durante estos años. Cabe decir que el Olentzero para los que nacimos en la época del franquismo y unos años después, en la transición española no estaba muy integrada dentro de las fiestas de Navidad.

 

En muchas casas se dejan presentes para que el Olentzero, una copita de vino, o licor, algún puro, y trozos de turrón

 

El recuerdo mío y de otra gente de mi alrededor con relación al Olentzero es muy reciente, y para nosotros, solo existían como personajes principales de la Navidad, Los Reyes Magos, que eran los que nos traían los regalos allí por el 6 de enero. Ahora nuestros hijos, tienen muy interiorizado al personaje del Olentzero, a través de la recuperación de sus canciones, tradiciones y folclore relacionado con él. También hay que decir que se ha trasladado la tradición de recibir los regalos a la noche del 24 de diciembre, Nochebuena y en la cual hemos generado otro tipo de tradiciones relacionados con los niños y de las cuales, también hay que decir nos aprovechamos un poco los mayores, de la inocencia de los niños.

En muchas casas se dejan presentes para que el pobre y trabajador Olentzero, tenga una noche más llevadera. Se le deja una copita de vino, o licor, algún puro, algún trozo de turrón, o algún dulce para que el glotón del Olentzero pueda reponer fuerzas. Claro está, sin olvidarnos de su inseparable burro, en el cual carga los regalos, para los más pequeños, al cual siempre se le deja también un poco de agua, alguna verdura o un poco de hierva para que pueda con todo el peso que lleva.

Pero lo mágico de todo ello, es que cuándo al día siguiente nos levantamos los mayores y los más pequeños, Olentzero les ha dejado sus peticiones de regalos en el árbol y además no queda rastro del vino, licor, puros, zanahorias, agua ni nada de lo que le habíamos dejado como presente. La magia de la Navidad y del Olentzero siempre se cumple.

Esta semana de las navidades del 2015, y casi después de 60 años, el Olentzero fue recibido por las autoridades municipales del ayuntamiento de Pamplona. La política y las tradiciones nunca deberían de haber estado enfrentadas, pero hoy será un día especial para el Olentzero en Navarra, y seguro que así seguirá durante muchos años.

 

“Quiero un trabajo para aita” (aita es padre en euskera), una de las peticiones al Olentzero en las cartas de los niños

 

Esta semana el Olentzero que es mágico, estará en todas las capitales y pueblos del País Vasco y Navarra, atendiendo las peticiones de los más pequeños y como no de los más mayores. En la tarde del 24 de diciembre, no falta en ningún pueblo de la geografía el típico desfile del Olentzero, acompañado de sus personajes más cercanos, para saludar a los niños, repartir caramelos y recibir de los más pequeños besos, abrazos y como no la carta escrita en algunos casos por ellos mismos, o ayudados por los mayores en la que hacen peticiones de los regalos que seguro recibirán en la noche mágica de Onenzaro o Nochebuena.

Esta semana decía el Olentzero en Bilbao que “Los niños son los seres más generosos que hay en estas fechas”. Muchas peticiones de estos niños, no iban dirigidas a conseguir regalos y en muchos casos los niños y niñas pedían al Olentzero “Quiero un trabajo para aita” (Aita es padre en Euskera). Este ha sido una de las peticiones más llamativas que ha recibido el Olentzero en las cartas de los niños. Aunque según el carbonero, estas navidades se presentan con la misma ilusión que las demás. “¿Para que nos vamos a engañar? Son fechas en las que la gente se reune para estar juntos y divertirse con sus seres queridos”, destacó el Olentzero. Añadió, que desde que la crisis empezó a golpear el territorio, ha notado que las cartas recibidas por parte de los más pequeños reflejan unas infancias “muy conscientes” de la situación que les rodea. “Son los más generosos de todos”, aseguró. Aun así, la mayoria de los encargos podrían entrar en categoría de clásicos: patinetes, libros y juguetes. Algunas cartas no dejan de sorprenderle, como la de una pequeña que le ha pedido una máquina de café. “¿Para qué la querrá esta criatura?”, preguntó, con una sonrisa estruendosa, al abrir el sobre.

Tengo que decir que esta época los mayores nos aprovechamos un poco de la inocencia de los más pequeños, y con la complicidad del Olentzero, conseguimos que sean un poco más obedientes, se porten bien, y bajo la amenaza de que el Olentzero todo lo ve, hagan lo que les pedimos, que sino en vez de regalos, recibirán carbón. Es bonito ver como disfrutan de verle al Olentzero, aunque a veces lo quieran ver, pero a la distancia, ya que para ellos no deja de ser un personaje mágico, bueno, pero que a veces lo ven con cierto respeto y porque no,  con cierto miedo.

Es bonito verles a los más pequeños con los nervios acumulados de días antes, como disfrutan en la mañana de Navidad de sus regalos. Es el único día del año, que no hay que insistir para que se levanten de la cama. Esa mañana también es para los mayores, que en algunos casos recibiremos algún presente, por haber sido buenos, pero sobre todo recibimos el encargo del Olentzero, para montar los juguetes algunos de los cuales necesitan de ingenieria espacial para montarlos, buscar pilas desesperadamente por la casa y como no, llenar los contenedores del barrio con las cajas vacias de los regalos. Pero lo mejor de todo, son las caras de felicidad de los niños al ver que sus peticiones en la mayoría de los casos se han hecho realidad.

No nos podemos olvidar de los sufridos Reyes Magos, que en la noche de este cinco de enero, volverán a inundar las calles de nuestras ciudades, de cabalgatas, más regalos y también del rico roscón de Reyes. La verdad es que para nuestras generaciones y las anteriores eran en el País Vasco, los que nos traían los regalos, ya que la tradición del Olentzero y todo lo que le rodea, no llegó hasta los años 80. Los niños de ahora gracias al mundo consumista en el que vivimos, saben aprovecharse de la coyuntura, y no desaprovechan la oportunidad de pedir regalos tanto al Olentzero, como a los Reyes Magos.

Y ahora la petición del que les escribe, para el Olentzero, los Reyes Magos, Papa Noel o a quién corresponda: Cuidemos de los más pequeños que van a ser el futuro, Paz para todos, trabajo y sobre todo mucha, mucha felicidad. El resto ya vendrá, seguro… Muchas Felicidades a todos y como decimos desde el País Vasco Zorionak eta Urte Berri On!

 

Algunos padres sienten que engañan a sus hijos al hablarles de los Reyes Magos y Papá Noel y hasta temen sus reproches futuros

 

Un artículo de Cristian Vázquez, en la revista Eroski Consumer, titulado ¿Hablar al niño de los Reyes Magos, ¿es mentirle?’, aborda un tema muy interesante en estos días. Algunos padres sienten que engañan a sus hijos al hablarles de los Reyes Magos y Papá Noel y hasta temen sus reproches futuros, pero hay que saber diferenciar la mentira de la fantasía y la ilusión…

Cuando los niños comienzan a ser conscientes de personajes como Papá Noel o los Reyes Magos, algunos padres se inquietan. ¿Acaso alentar esa fantasía, hablar de ellos como si en realidad existieran no es mentirles? Los expertos señalan que no: la fantasía y la ilusión no son una mentira, sino un recurso que también está presente en el juego y es una parte de la vida de los pequeños. Este artículo ofrece detalles sobre el papel de los personajes mágicos en la infancia, por qué la fantasía no es una mentira, la importancia de las decisiones de los propios niños y el surgimiento de la conciencia de la realidad.

Cuando los niños crecen y empiezan a tener conciencia de personajes fantásticos como los Reyes Magos, Papá Noel u Olentzero, muchos padres lo toman solo como una tradición, algo normal que siempre ha ocurrido y seguirá ocurriendo. Sin embargo, a algunos se les presenta una especie de disyuntiva moral. Sienten que, si sostienen la existencia de seres mágicos que visitan en las fiestas de Navidad y dejan regalos a los pequeños, están mintiendo y no quieren que el engaño forme parte de la crianza y la educación de sus hijos. Pero, al mismo tiempo, tampoco quieren quitar a los niños la ilusión de creer en estos personajes, a menudo debido a que ellos mismos -los propios padres y madres- conservan bonitos recuerdos de su infancia y del entusiasmo y la ansiedad con que aguardaban su llegada.

 

“La idealización de los seres mágicos se apoya en la idealización que, en condiciones normales, todo niño siente hacia sus padres”

 

En algunos casos, los adultos incluso temen que, en el futuro, sus hijos les reprochen el hecho de que les hayan “mentido” en esos primeros años de vida. ¿Es esto posible? ¿Alentar la fantasía de los pequeños es lo mismo que mentirles? ¿Cómo resolver esta cuestión?

“Nunca es lo mismo fantasía o ilusión que mentira”, explica María Ángeles Albamonte, psicóloga infantil y miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente (SEPYPNA). Esta especialista califica la fantasía como “un recurso psíquico muy saludable, que los seres humanos, especialmente los niños, utilizan como un refugio para aliviar las frustraciones”.

Albamonte comenta que “la idealización de los seres mágicos se apoya en la idealización que, en condiciones normales, todo niño siente hacia sus padres” y señala que la fantasía representa “una oportunidad de dar forma a sus deseos”. La creencia en los Reyes Magos, Papá Noel u Olentzero está, según esta experta, casi al mismo nivel de las fantasías que los pequeños desarrollan cuando juegan a ser astronautas, futbolistas o domadores de leones. A su manera, mientras dura el juego, ellos se lo creen, y “los padres apoyan esos juegos porque intuyen la felicidad que eso provoca en sus hijos, y no por ello les están mintiendo”.

Jésica Rodríguez Czaplicki, psicóloga perinatal y psicopedagoga, miembro de la Asociación Española de Psicología Perinatal (AEPP), apunta que en este sentido -al igual que en casi todo lo relacionado con la crianza- no hay respuestas generales que sean válidas para todos los casos, sino que los padres deben, en buena medida, «dejarse llevar» por sus propias ideas y el conocimiento que tienen acerca de sus hijos.

 

El menor se entera de la verdad y se convierte en “cómplice” de los adultos para mantener la ilusión de sus hermanitos

 

Aun así, esta experta recomienda “no quitar a los niños la ilusión de la Navidad”. Por eso, si no se desea alentar la fantasía de los Reyes Magos, se puede plantear la idea de que, por la última semana del año, los miembros de la familia se intercambiarán regalos. Pero con el tiempo, los pequeños “en el colegio, en el barrio o en las actividades que realicen escucharán muchas historias sobre los Reyes Magos y Papá Noel, y preguntarán a los padres”. ¿Qué hacer en ese momento? La especialista plantea la posibilidad de cuestionar a los niños su propia opinión. “Si necesitan mantener esa fantasía, estará bien que así sea, y si no creen, también estará bien, pues es lo que les nace a ellos desde dentro”.

Todas estas fantasías y creencias tienen fecha de caducidad. Los pequeños dejan de creer en Papá Noel, Olentzero o los Reyes Magos, del mismo modo en que dejan de hacerlo en el Ratón Pérez o en figuras negativas, como el monstruo que acecha debajo de la cama. “El crecimiento va aportando a los niños un mayor peso de la conciencia de la realidad”, en palabras de la psicóloga infantil María Ángeles Albamonte.

Una situación que se da a menudo es la del menor que, al llegar a cierta edad, se entera de la verdad acerca de Papá Noel y los Reyes Magos y en ese momento se convierte en “cómplice” de los adultos para mantener la ilusión de sus hermanitos, primos y otros niños pequeños. Este episodio suele ser vivido como un paso importante, una forma de integrarse en el mundo de los mayores, de “ser grande”, como tanto anhelan.

Albamonte explica que nunca se encontró con hijos que reprochen a sus padres haberles “mentido” respecto a estos temas. “Más bien al contrario: agradecen haberles posibilitado un mundo de fantasía”, enfatiza. Y añade que “el excesivo realismo de unos padres que mantienen a sus hijos en la estricta realidad se apoya en un profundo desconocimiento del mundo infantil”.

El Olentzero, el otro ‘Rey Mago’ del País Vasco; personaje navideño preferido por los niños, trae los ‘primeros’ regalos en sustitución de Santa Claus, Papa Noel…, en la Nochebuena; ligado de alguna forma a la tradición que existía por toda Europa, con el rito del solsticial tronco ardiente en el hogar, el  ‘Yule Log’; no obstante, los más pequeños del Norte de España, reivindican más juguetes en la víspera del ‘6 de Enero’ católico; algunos padres sienten que engañan a sus hijos y hasta temen sus reproches futuros, hay que saber diferenciar la mentira de la fantasía, un recurso psíquico muy saludable, que los seres humanos, especialmente los niños, utilizan como un refugio para aliviar las frustraciones.

@SantiGurtubay

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