REPORTAJE
KARINA SUÁREZ
Fotos Héctor Herrero
Fallece la comerciante de Tepito que elevó el doble sentido del lenguaje a la categoría de arte popular con frases que combinaban el humor y las alusiones al sexo y a los genitales
El barrio de Tepito está de luto. Lourdes Ruiz Baltazar, conocida como la Reina del Albur o la Verdolaga Enmascarada, una de las principales exponentes del arte popular de los albures –frases que combinan el humor y la picardía–, ha muerto en Ciudad de México. El fallecimiento fue dado a conocer el sábado 13 de abril por la secretaria ejecutiva adjunta del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp), Eunice Rendón. “Con profunda tristeza lamento la muerte de una GRANDE @Reinadelalbur #Cabrona quien me enseñó de todo y de la grandeza del #BarrioBravo #Tepito y de su gente”, ha escrito la funcionaria de la Secretaría de Gobernación (Ministerio del Interior) en su cuenta de Twitter. Hasta el momento, no se han dado a conocer las causas del deceso.
De sonrisa franca y ágil con la palabra, la comerciante de Tepito siempre mostró recelo a revelar su edad, ante esta pregunta solía contestar con un albur: «Tengo cuarta y todavía pico». El reinado de Lourdes Ruiz comenzó en 1997, año en que ganó el concurso de albures Trompos contra Pirinolas, organizado en la capital del país. Esta victoria fue el primer paso de una trayectoria de más de 20 años combinando el ingenio, el humor, el sexo y la picardía mexicana. Enferma de cáncer desde la niñez, según contaba sin querer entrar en detalles, la risa fue su principal medicina. En una entrevista con EL PAÍS el año pasado la también comerciante de ropa reconoció los altos y los bajos de su salud. “El cáncer no se cura, ni aquí, ni en China, ni en ninguna parte del mundo, pero la sustancia que emana la sonrisa nos hace resistentes al cáncer”, declaró entonces.
Su abuela fue su mejor maestra de albures y Tepito fue la cuna que la llevó a dominar los laberintos del lenguaje y el doble sentido: «Cuando tú vas de subida, el otro ya se vino de bajada; qué pasitos tan cortos, te imaginas cómo están los largos; qué sientes cuando me voy, qué emoción cuando me vengo yo», son algunas de las frases con las que hizo gala de su creatividad. En un barrio donde imperan las noticias de violencia y contrabando ella era un orgullo para los comerciantes de Tepito. Todos sabían dónde estaba su puesto de ropa, bastaba con permanecer en silencio a escasos metros de su lugar para empezar a escuchar su tradicional pregón: «¿Qué talla jefa, qué talla?». Sus ingeniosas frases eran razón de alegría entre los clientes y sus compañeros.
Ruiz Baltazar siempre defendió el albur como un juego de inteligencia, como un puente para saber escuchar. «Yo enseño a deshebrar las palabras, estirarlas y exprimirlas, porque esto es de lo que se trata, de jugar con todas las palabras que conocemos. Nosotros los mexicanos hemos aprendido a reírnos de nuestras propias desgracias, por eso el albur es parte de nosotros”, declaró en marzo del año pasado. De acuerdo con el cronista oficial –distinción del Gobierno capitalino– del conocido como Barrio Bravo, Alfonso Hernández, los cursos que impartía la Verdolaga Enmascarada servían para difundir el albur, un patrimonio cultural nacido en Tepito. Su vocación como promotora del doble sentido la llevó a participar en decenas de concursos en los distintos Estados del país y en programas de televisión. También publicó un libro de albures y actuó en la serie Ingobernable, protagonizada por Kate del Castillo, de Netflix. En el tintero se quedó el proyecto de publicar un segundo libro de albures.
Tras conocerse su muerte han sido numerosas las condolencias que se han publicado a través de las redes sociales. De la mano del albur, Ruiz Baltazar viajó, escribió libros y se convirtió, casi sin quererlo, en una celebridad de la cultura popular mexicana. A pesar de estos éxitos, la Verdolaga Enmascarada nunca dejó de atender personalmente el puesto de ropa que heredó de sus padres en las calles de Tepito, el barrio de sus amores.
“A los machos se les olvida que hombre se escribe con ‘m’ de mujer”
Lourdes Ruiz Baltazar, mejor conocida como La Reina del Albur en México o como La Verdolaga Enamascarada ha hecho del lenguaje su mejor arma. Esta mujer combina su trabajo como comerciante de ropa en el barrio de Tepito, en el corazón de la Ciudad de México, con su labor como promotora de albures, frases que con humor y picardía hacen referencia al sexo y a los genitales. “Las personas piensan que alburear es conjugar pocos verbos: meter, sacar y chingar y no es cierto. Para mí el albur es un ajedrez mental, donde los dos hemisferios del cerebro están en función”, explica.
“¿Qué talla jefa, qué talla? ¿qué talla joven, qué talla?, pregona todos los días Ruiz Baltazar a los clientes del tianguis de Tepito, zona por excelencia del comercio informal, donde el vaivén de cientos de personas se acompasa con el ritmo de fondo de salsas y cumbias. Todos la conocen por el rumbo. En estas calles repletas de productos con etiquetas ‘made in China’ y de vendedores ambulantes, La Reina del Albur ejercitó su habilidad para el albur desde niña. Su abuela fue su mejor maestra. Este talento innato se desarrolló aún más cuando, a los ocho años fue diagnosticada con cáncer. La enfermedad la orilló a buscar la risa en este juego de palabras. El cáncer no la doblegó, por el contrario, le dio más energía para seguir trabajando y albureando. Su talento fue reconocido en 1997, cuando ganó un torneo de albures celebrado en la capital del país. Desde entonces es La Reina del Albur, una distinción que en 20 años nadie le ha podido arrebatar. “El albur se trata de penes y vaginas, pero con sinónimos, no hay necesidad de decir groserías, la regla número uno es: no hay malas palabras ni señas obscenas”, precisa.
Durante las últimas dos décadas, la comerciante tepiteña ha sido la embajadora del ingenio y la creatividad mexicana. Una conquista en un entorno que, hasta entonces, se había considerado exclusiva para los hombres. “Vivimos en un país muy machista, donde a los machos se les ha olvidado que macho y hombre se escribe con ‘m’ de mujer y que arriba, abajo, atrás, adelante, con albur o sin albur, siempre va a estar una mujer”, señala. Pese a las críticas que escucha de otros hombres, que señalan que las mujeres no pueden alburear porque no tienen un pene, Ruiz Baltazar responde con rapidez: «pero tenemos diez dedos».
En un país como México, donde ocurren más de siete feminicidios diarios, Ruiz Baltazar asegura que el doble sentido en los labios de una mujer es una estrategia de defensa en contra de los pensamientos machistas. “La mujer puede contestar cualquier albur a cualquier machito que se encuentre uno en la calle y la ofende, porque ya no son piropos, son ofensas”, asegura. La Verdolaga Enmascarada — sobrenombre con el que se autonombra en sus diplomados sobre el albur— considera que la violencia contra las mujeres siempre ha existido, sin embargo, ahora es más visible gracias a las numerosas denuncias de la sociedad civil y de las propias víctimas.
Alburear, asegura Ruiz Baltazar, es solo cuestión de práctica, un ejercicio constante de creatividad al alcance de todos. Con esta premisa, La Reina del Albur ha publicado, en coautoría con Miriam Mejía, su primer libro sobre el albur: Cada que te veo, palpito. Además, participará en la segunda temporada de la serie Ingobernable, que se transmite en Netflix. No obstante, más allá de los reflectores y de su popularidad, la comerciante afirma que nunca dejará sus orígenes en Tepito, cuna del albur en la Ciudad de México.