‘Toma el dinero y corre’ de Puerto Morelos

EL BESTIARIO

SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY

Virgil Starkwell, el protagonista de la primera película de Woody Allen, encarna todos los grandes tópicos de la sociedad estadounidense de finales del siglo XX, un hombre sin éxito, sin fama y sin fortuna…, pero un ‘triunfador’ corrupto. Robó, huyó y lo pescaron…

Denunciar las marañas del “otro” es una forma de proteger a los ‘nuestros’ líderes. Reconforta saberse en el lado bueno de la historia y, sobre todo, tener alguien sobre el que desplegar toda la ira. Virgil Starkwell, aquel delincuente incomprendido de aquella película que sirvió de debut, en 1969, a Woody Allen como director y guionista, ‘Toma el dinero y corre’, nunca dejará de ser el angelito de los cielos que quizás nunca recibió el suficiente cariño de sus padres…”. La narración en off nos advierte desde el principio que el relato estará cargado de cinismo e ironía al describir al torpe y neurótico criminal, “nada pendejo”, sino ‘triunfador’ a imitar en tiempos de opacidad, antónimo de transparencia. ¿Qué sería de muchos ciudadanos quintanarroenses si no existieran en estos momentos del electoralísimo 2021 las figuras de numerosos protagonistas de esos ‘remitidos’ publicitarios de Facebook y otros empresas líderes de las redes sociales -han desplazado totalmente a los históricos ‘mass media’ impresos e audiovisuales- a quienes cargar todos sus problemas humanos y divinos? Laura Fernández Piña, a pesar de las advertencias de expertos ambientales de la UNAM, y exhortos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para evitar una devastación ambiental en el llamado ‘Pueblo con Encanto’, se salió con la suya y logró que el Cabildo de Puerto Morelos aprobara el Plan de Desarrollo Urbano (PDU) 2021. En una sesión de cabildo ‘exprés’ y sin precabildear, en 20 minutos el Ayuntamiento aprobó la el proyecto de la presidenta -ahora con licencia- que permitirá la construcción de la costa de hoteles de hasta diez niveles. La sesión de Cabildo se llevó a cabo a “puerta cerrada” y con policías blindando el Palacio Municipal.

Vergüenza ajena. ‘Puerto Morelos, rapiña desvastadora’; ‘Laura Fernández se sale con la suya, sobredensificarán a Puerto Morelos’; ‘Saca gajo Laura Fernández con despojos, utiliza falsos registros catastrales y escrituras apócrifas para apropiarse de terrenos’; ‘Nuevo revés al negociazo de Laura Fernández Piña. El juez Gerardo Vázquez Morales del Juzgado Segundo de Distrito, dio un duro revés a la presidenta municipal al haber frenado la aplicación del Programa de Desarrollo Urbano del Centro de Población de Puerto Morelos 2020-2030”… Estas son algunos de los titulares de las portadas de los periódicos críticos en sus ediciones impresas y ‘online’… La Justicia está dispuesta a investigar lo ocurrido en Puerto Morelos en estos últimos años, donde aparte de Laura Fernández ha contado con un equipo importante de asesores -muchos de ellos expertos en la impunidad imperante en las últimas décadas en nuestras instituciones de Quintana Roo-. Un Sistema Nacional Anticorrupción que se enfrenta, desde el 2016, a un sinnúmero de barreras para implantarse. Una Procuraduría General de la República de México sin la autonomía necesaria para investigar los grandes escándalos de corrupción. Y leyes pensadas para combatir el desvío de dinero público que no logran aplicarse en los Estados.

Estas son algunas de las razones por las que México es percibido, entre expertos internacionales, como muy corrupta nación. Lo comprueba el último Índice de Percepción de la Corrupción, elaborado por la organización Transparencia Internacional. Ocupa la posición número de 135 de 180 en materia anticorrupción. Es el peor evaluado tanto del ‘G 20’ como de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE). “Efectivamente la corrupción es un problema grave en México y será un tema definitivo en el debate electoral y postelectoral este año”, afirma Eduardo Bohórquez, director de Transparencia Mexicana. Puerto Morelos es un asunto de obligada agenda anticorrupción, en el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. “La definición de lo que se considera un país con altos niveles de corrupción va más allá de los casos de uso irregular de dinero público. “No es que no haya corrupción en Europa; ocurre que cuando el caso se da a conocer hay una reacción institucional muy fuerte. Esta sensación no la tiene la opinión pública mexicana”, agrega. La corrupción, como arma de destrucción política, es pólvora mojada. La corrupción es un asunto explosivo, pero como argumento de confrontación no parece eficaz.

‘Toma el dinero y corre’, esta cinta supuso el debut de Woody Allen como director y guionista. Protagonizada por él mismo, Allen consiguió el reconocimiento que tanto había buscado al saber combinar de forma inteligente la más pura tradición humorística de los icónicos: Chaplin, Keaton y los Hermanos Marx con una novedosa forma de narración llamada ‘mockumentary’: Un falso documental que, en clave de comedia, pretende ser la autobiografía de una gran antihéroe, de un tipo con buenas intenciones que fracasa en cada tarea que emprende en la vida y que carece de las cualidades necesarias para alcanzar el prototipo standar del sueño americano. Se construye así un relato que sabe alternar varios recursos narrativos: la voz en off, las entrevistas de los que lo conocieron desde su infancia y las peripecias de nuestro protagonista en su vida real. La narración en off nos advierte desde el principio que el relato estará cargado de cinismo e ironía al describir al torpe y neurótico criminal Virgil Starkwell, protagonizado por el propio Woody Allen, como un delincuente incomprendido: “Virgil nunca dejará de ser el angelito de los cielos que quizás nunca recibió el suficiente cariño de sus padres”.

Cada uno de los sucesos que conforman su vida representa la incisiva crítica de cada uno de los mitos sociales de la época, con mención u homenaje a distintos referentes cinematográficos. Su infancia refleja la marginalidad y la delincuencia de bandas callejeras, donde más que ser un delincuente consigue ser objeto de burlas, ya que sus escasas dotes físicas lo convirtieron en un desastre hasta para cometer malicias en la infancia. Su juventud se convierte en una frustración permanente, sin alcanzar su sueño de ser músico en una banda. La sentencia del profesor entrevistado es contundente: “No hay nada bueno que pueda decir de él… No tenía ni idea de lo que era la armonía”. Finalmente cuando se establece con su esposa, los pocos ingresos económicos lo conducen a un intento fallido de robo a un camión blindado. Otro gran punto importante lo representan los entrevistados: Sus padres disfrazados que se avergüenzan de él, su psiquiatra con interpretaciones peregrinas sobre su personalidad, o el propio agente del FBI que consigue su final detención (amigo de J. Edgar Hoover, hablando sobre una conspiración ateo-comunista). Todos los grandes tópicos de la sociedad estadounidense del momento, ridiculizados y criticados sobre el hilo argumental de la biografía del permanente hombre sin éxito, sin fama y sin fortuna. Tal como dijo una vecina tras su final detención: “Y pensar que ese idiota era el gángster del año…”.

Una de las panaceas de las que se habla para resolver el tema de la corrupción es la consolidación del Estado de Derecho en México. Los que apoyan esta solución argumentan que al contar con sanciones oportunas y expeditas, los corruptos no realizarán actos de corrupción. No queda claro que sea ésta la solución mágica a la corrupción, como no lo ha sido en otros países. Una de las conversaciones encubridoras más recientes de este tipo fue la de la democracia. Todos los males de México se debían a la falta de una democracia y alternancia en el poder. Finalmente, en 2000 se dio ese paso, y para desencanto de propios y extraños pareciera que surgieron otros muchos problemas originalmente no anticipados y las cosas definitivamente no se transformaron solas por el hecho de tener democracia. La diferencia existe. Es necesario crear y empoderar a líderes y eso se logra dando oportunidades a los que ya tomaron acciones de liderazgo. Esto implica dar oportunidades a los jóvenes y/o a los que ya emprendieron alguna acción específica en un ámbito concreto. Por ejemplo, hace algunos años, una fundación de un ex presidente de Estados Unidos estaba buscando impulsar las relaciones entre este país y América Latina. La forma que planteó para abordar este proyecto fue buscar e impulsar primero a las organizaciones que ya existían en esta materia y ya trabajaban para este propósito, antes de crear una organización propia para perseguir este objetivo.

En México se confía poco y existen múltiples razones para no hacerlo. Vivimos en un país muy fracturado políticamente. Esa falta de unidad desaparece cuando abordamos informaciones sobre la Selección de Fútbol. Todo el mundo, fuera de ese ámbito deportivo, se queja de que no se puede confiar y se habla de la multiplicidad de proyectos que no se dan porque no se puede confiar en las personas o en las instituciones. Que los riesgos son muy altos y que esto reduce la viabilidad de múltiples emprendimientos. Desde cierto punto de vista, mucha gente está esperando que exista gente confiable para confiar en ella, hacer negocios y aprovechar oportunidades. Es un tema de huevo y gallina que todos esperamos que alguien resuelva en algún momento. Como desconfío de todo, todo lo que encuentro son motivos y justificaciones para desconfiar. El hecho de confiar en la gente digna de confianza no representa ninguna grandeza. Ahí no hay ninguna toma de riesgo; es sólo una mera “relación de intercambio”, como menciona James G. March. Reconocido experto en Teoría de la organización por su investigación sobre las organizaciones y la toma de decisiones dentro de ellas, su pensamiento combina teorías de la psicología y la gestión de recursos humanos. Confiar implica en realidad arriesgarse. El acceso a encontrar más gente en la cual confiar es tomar, ni más ni menos, que más riesgo y confiar más. Esto no quiere decir ser ingenuo, sino que implica tomar más riesgos. En realidad, como en las inversiones, no hay nada más riesgoso que no tomar riesgos. Confiar en los confiables es como guardar dinero bajo el colchón. Arriesgarse con confiar es una contribución que provee crecimiento, es un círculo que regala más gente confiable al país.

Falta ser el ejemplo individualmente. La corrupción de fondo no se resuelve con leyes, instituciones y con que se haga la honestidad en los bueyes de mi compadre. Se resuelve aquí y ahora, y si hay instituciones, mejor, pero no hace falta esperarlas. Cada uno tiene el 100% del poder para acabar la corrupción, y no tienes que preguntarle a nadie. Muchas veces, las cosas más apremiantes se resuelven de la forma más sencilla. . “La vida política no es posible sin cloacas, el que esté libre de que arroje el primer gusano”, analizaba el idiota gánster del año 1969, en el film ‘Toma el dinero y corre’.

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